Mujeres Masai

Después de largas tardes viendo los documentales de la 2, por fín, podía ver con sus propios ojos esa naturaleza salvaje que siempre le había cautivado. Veía a las mujeres saltar a cámara lenta, los collares de vivos colores rebotando en su cuello y unos dientes blancos sobresaliendo de una sonrisa hipnótica. Eran preciosas… todas ellas tenían una belleza que necesitaba retratar.

Aún recuerda el sonido de la arena bajo sus pies descalzos y los cantos entre risas de todas ellas. Aquellos vestidos… telas azules, rojas, naranjas y amarillas.

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El camino

El camino se hacia largo, intensa la bajada, las rodillas la dolían, demasiadas horas bajando, pensaba. Pero alzaba la cabeza y enfrente tenía las montañas, aquel paisaje salvaje donde se detenía el tiempo. La faltaba el aire y el corazón se la aceleraba, sentía los latidos cada vez más rápido, sentía su sangre fluir bajo presión por su sien y los dedos hinchados dentro de los guantes. Entonces fue cuando dejó de caminar.

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Mujeres del puro y la manta en la cabeza

Se sentaban en el mercado con la mirada perdida, un puro en la mano y su tocado de tela a cuadros, miraban a los pocos turistas pasar o simplemente miraban al vacío. ¿Qué pensarían?, se preguntaba. Día tras día durante toda su vida allí se sentaban y allí soñaban, eran las más ancianas, las otras vendían las telas y los adornos. Ellas fumaban puros cheroot hechos de hojas verdes secas de maíz, donde envolvían el tabaco, formando un puro grueso que resaltaba entre sus diminutos dedos. A veces conversaban entre ellas y sonreían al observar a los turistas. Entonces, las arrugas se les acentuaban y los ojos brillaban. Read More

Mingun Paya

¡Son como fideos chinos! Decían, y luego se reían mientras se tapaban la boca dejando entrever aquellos dientes blancos y bien colocados. Lo tocaban, como niños tímidos cogiendo la última galleta. Tocaban el cabello y se volvían a reír, se miraban y cuchicheaban cosas al oído, como si ella fuera a enterarse de alguna palabra de lo que dijeran. Era extraño, nunca se había visto en una situación semejante, se llamaban unas a otras y la rodeaban, la miraban fijamente con su pelo liso y brillante de color negro ébano y las mejillas con los dibujos de las delicadas hojas de thanaka. Read More

Inle lake

Cerró los ojos un momento, solo fueron unos segundos, en los que puedo sentir el agua balanceando suavemente la balsa,  el viento acariciando su nuca y la fuerte humedad en su piel. Por un momento quiso llorar, llorar por estar allí sentada, contemplando algo que hasta ahora nunca había vivido, podía observar a las mujeres lavando la ropa a la orilla del río, a los niños jugando en el agua y a los pescadores lanzando las redes.

Cerró los ojos para poder retener esa imagen, sólo quería que se quedara bien fijada en su memoria, como si de una instantánea fotográfica se tratara. Algún día echaría la vista atrás para recordar ese viaje y entonces, recordaría ese momento.